Santo Tomás


        cuando Santo Tomás se preguntó que si la existencia de Dios era evidente por sí misma, «utrum Deum esse sit per se notum», contestó negativamente, pero precisando que esta no notoriedad es respecto del entendimiento humano, esto es, «quoad nos», no objetivamente, «quoad se», a nivel noético de pura inteligencia.
La discusión existente entre los especialistas sobre el valor probativo de las «vías» de demostración, y el testimonio del mismo Santo Tomás, que aduce como razón de conveniencia de la divina revelación para conocer la verdad natural sobre Dios el que «de lo contrario la conocerían pocos, después de mucho tiempo, y con mezcla de muchos errores».
Pensamos que la respuesta debe ser dada con una doble distinción: el conocimiento de la existencia de Dios es difícil, como término de un proceso metódico y científico, rigurosamente crítico, que lleve a un Dios trascendente y personal. Pero un conocimiento pre-crítico, cuasi espontáneo de Dios a través del espectáculo de la naturaleza y del fenómeno de la propia conciencia, resulta fácil para un hombre normalmente educado, sin deformaciones intelectuales (prejuicios) o morales (vicios); en cambio, ha de resultar muy difícil para el hombre agnóstico o de vida moral desordenada, que chocaría instintivamente con una idea de Dios que comprometiese consecuentemente su vida.

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